Esta semana en nuestro Blog hablamos del arbitraje, un método para solucionar disputas de una forma privada e informal. Las partes en conflicto deciden acudir a una -o varias- personas imparciales (los llamados árbitros). Por tanto, es un camino alternativo a la denuncia ante la Administración de Justicia. Para llevarlo a cabo es imprescindible la participación de un abogado, a quien se le autoriza para que resuelva la disputa -al ejercer de árbitro-. El arbitraje para resolver conflictos laborales es el más común.
Aunque no haya una sentencia como tal, la decisión del arbitraje es definitiva y de obligado cumplimiento para todas las partes. La labor de los letrados consiste en traducir jurídicamente los argumentos de las partes y, además, ayudar a resolver la disputa. Se debe tener en cuenta que el arbitraje para resolver conflictos es una nueva tendencia que cada vez se emplea más, ya que los involucrados ahorran tiempo y esfuerzos respecto a un proceso judicial.
¿Por qué acudir al arbitraje en lugar de a un juicio?
La razón de ser de los arbitrajes es acabar con las disputas de modo sencillo y rápido. Por ello, muchas personas y empresas deciden optar por esta vía en lugar de la vía judicial. Además de la citada celeridad en la resolución, encontramos otras ventajas en el arbitraje.
Menos costes
Una de ellas, y muy a tener en cuenta, es la disminución de los costes económicos respecto a un juicio. Pero además, de cara al empresario si se enfrenta con sus trabajadores, conlleva a medio plazo a un menor absentismo y menor tasa de bajas. En los juicios largos y complejos suele haberlas por motivos de ansiedad y depresión.
Menos presión
El ambiente que se genera en los arbitrajes es mucho más distendido y tolerante que el que caracteriza a un juicio. Este detalle no es insignificante aunque pueda parecerlo, ya que, una vez resuelta la problemática, aumenta la productividad de los profesionales (en los casos laborales a los que nos referimos en este post). Esta clase de sistema supone menos estrés para los empleados que han tenido una desavenencia con su empresa. Ello se traduce al fin y al cabo en una mayor motivación laboral.
Procedimientos arbitrales
Fase previa y cláusulas patológicas
En un primer momento la misión de los abogados es crucial. Deben redactar de forma adecuada el compromiso arbitral. Este concepto hace referencia al convenio donde los interesados concretan las cuestiones que se van a decidir. De no ser así, nos podríamos encontrar con las llamadas “cláusulas patológicas”. Estas se producen cuando el contenido del convenio resulta ambiguo o inaplicable. Este hecho podría llegar a limitar notablemente-o hasta impedir- la eficacia del arbitraje. Por tanto, en este punto es responsabilidad del abogado asesorar a ambos bandos hasta asegurarse de la buena calidad del compromiso arbitral (tanto en contenido, como en forma.)
Fase posterior del arbitraje
En los procedimientos arbitrales, una vez llegados al fondo del asunto, los abogados pueden tener doble función. Por un lado, como representantes o defensores de sus clientes. Y, por otro, como árbitros si asumen dicha condición -en el caso que así lo decidan las partes en disputa-.
El arbitraje para resolver conflictos
El arbitraje sin un abogado carecería de sentido. Este es un elemento necesario en el arbitraje para resolver conflictos. La decisión del árbitro -que también se puede denominar laudo- pone el punto final a cada procedimiento arbitral, que debe ser acatada y cumplida. En cualquier caso, la actuación de los abogados está sujeta a normas deontológicas. Estas han sido establecidas tanto por el Consejo General de la Abogacía como por el Ilustre Colegio de Abogados. De este modo, se garantiza el compromiso y la imparcialidad e independencia de los árbitros.
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